jueves, 25 de marzo de 2021
CLASES DE PALABRAS
lunes, 15 de marzo de 2021
Un mundo de textos
Clasificar los textos nos ayuda a comprenderlos, pues nos permite crear determinadas expectativas antes de comenzar a leer. Por ejemplo, no me preparo de la misma manera si estoy por leer un cuento a si estoy por leer una noticia; mis expectativas, o lo que espero de cada texto, va a ser diferente.
Existen muchas maneras de clasificar los textos (por su función, por su estructura, por el ámbito en el que circulan, etc.).
Nuestra propuesta es clasificarlos según la estructura u ordenamiento de las ideas. Por ejemplo, un texto que ordena las ideas temporalmente, en una secuencia de hechos, que se suceden uno tras otro, en un tiempo y en un espacio, protagonizados por sujetos, se trata claramente de una narración.
Entonces, a continuación, te proponemos una posible clasificación, según este criterio:
Esta clasificación nos permite observar, a veces en un mismo texto, que los distintos tipos se entremezclan a manera de "tramas", como si el texto fuera un tejido que se compone de oraciones e ideas interconectadas y que pueden asumir distintas formas de organizarse. De esta manera, un cuento, por ejemplo, tiene una organización principalmente narrativa, pero puede incluir una descripción (cuando caracteriza el lugar) y una parte dialogal o conversacional (cuando hablan los personajes entre sí).
A continuación, veremos varios ejemplos. A ver si te animás a clasificarlos.
lunes, 1 de marzo de 2021
DIAGNÓSTICO DE COMPRENSIÓN LECTORA
Tezcatlimeztli (Espejo de Luna)
Yoloxmeztli, la
princesa Corazón de Luna, estaba enamorada del príncipe Yaljamix, el hijo de la
lluvia. Así que le pidió a su diosa protectora, la Luna, que le concediera el
amor del príncipe.
Una noche, la
princesa contemplaba el cielo y se sintió triste porque las nubes cubrían la
luna. De pronto, comenzó a llover cántaros, como si el cielo quisiera caerse en
pedazos. Fuera de la vivienda palaciega, por los caminos muchos macehuales,
gente de pueblo, corrían a guarecerse bajo algún techo. Entre el murmullo de
esa gente y la lluvia, la princesa descubrió una voz que le conocida y
especial... ¡Era la voz de Yaljamix! Miró con cuidado y vio cómo el príncipe en
persona, con las sandalias y el traje de manta empapados, corría también,
escoltado por sus vasallos.
El pequeño grupo
se acercó a la casa de Yoloxmeztli, la princesa Corazón de Luna. Ella, presta y
comedida, los dejó entrar a su casa y les ofreció unas mantas para secarse. Y a
poco, sin pensarlo mucho, se encontró ella misma secando las espaldas del príncipe.
La lluvia había
cesado. La luna penetró por la ventana iluminando a Yoloxmeztli, la princesa
Corazón de Luna, Al sentir aquellas manos que lo acariciaban, al mirar aquel
rostro y al contemplar en la penumbra el bello cuerpo de la princesa, Yaljamix,
el príncipe, quedó totalmente enamorado.
Antes de irse
con su cortejo, el príncipe preguntó a la princesa si podía volver a verla.
-Si así lo deseas,
príncipe; en este mismo lugar, en noches como esta, después de que la lluvia
haya cesado y cuando la luna se deje ver.
Así lo hicieron:
Yaljamix iba a ver a Yoloxmeztli cada vez que había lluvia en la noche. Cuando
escampaba en el cielo, él llegaba junto ella. Estaban tan enamorados que pronto
decidieron casarse. Lo hicieron justo una noche en que la luna alumbraba
plenamente.
Pasaron la luna
de miel en uno de los litorales del Anáhuac, que significa "lugar cercano
al agua".
Frente al mar,
bajo la luz de la luna protectora que sonreía, enamorados juraron, en nombre de
la misma luna, amarse después de la muerte.
Pero, tiempo después, él tuvo que
partir a una de las Guerras Floridas. Y allí fue sacrificado por la saeta de
uno de sus enemigos.
Cuando le
llevaron el cuerpo sin vida de Yaljamix, Yoloxmeztli quiso morirse de dolor.
Mientras incineraban ceremonialmente el cuerpo de su amado, la princesa
Yoloxmenli, Corazón de Luna, lloró, lloró, lloró días y noches enteras buscando
consolación en el cielo.
Y en el cielo,
Meztli, la diosa Luna protectora, sintió compasión por ella y le propuso
llevarla hasta lo alto del cielo.
Yoloxmeztli, la
princesa Corazón de Luna, aceptó. Así es como ella una noche ascendió al cielo.
Allá está. Y desde allá contempla el Valle del Anáhuac, buscando alguna señal
del ánima de su amado.
Cada noche,
viajando sobre la cara de la Luna, ella ilumina los lugares del Anáhuac que
habitó junto al príncipe guerrero.
Cuando llega al
mar, recuerda la promesa de amarse aun después de la muerte. Entonces la luna
se pone grande, llena, rebosante del amor de la princesa Corazón de Luna.
La diosa Meztli
le ha dado la gracia, en su recorrido celeste, de poder espejarse en las
lagunas que están cerca de la costa del Golfo de México. La princesa Yolomeztli
se espejea desde lo alto para encontrarse bella ante los ojos de su amado, cuya
ánima desde algún punto del Anáhuac la contempla.
Las aguas de las
plácidas lagunas se alegran de verla cada noche en el corazón nocturno del
cielo, en corazón nocturno del cielo, en el corazón de la luna, y se aquietan
para servirle de fiel espejo.
Por eso, a estas
lagunas se las llama Metztitlán, lugar de la luna, Atézcatl, espejo de agua y
Tezcatlimetztli, espejo de luna.
Cuando puedas visitarlas por la
noche, en la quietud de las aguas, podrás ver la luna reflejada y en medio de
la luna, el rostro enamorado de Yoloxmezli, la princesa Corazón de Luna.
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También podés escuchar una versión de relato oral:
https://drive.google.com/file/d/1xDWzhB2AhkRP4H2WV008916UTSAWAhXf/view
Perurimá y el Pa'i
Un día, Perurimá
pasaba frente a la iglesia y escuchó al Pal, el cura del pueblo, decir:
"Todavía no nació el cristiano que haya de burlarme en esta vida". Y
para Perurimá, el pícaro más pícaro de toda la región, a quien le encantaba
burlarse de los que presumían de su conocimiento, aquellas palabras del Pa'i
fueron como una llamada, como una dulce tentación.
Al dia
siguiente, Perurimá entró a la iglesia y encaró al cura, diciéndole: "Nde,
Pa'i, ¿es cierto que a vos nunca nadie te burló?".
Y el Pa´i, con
su arrogancia, volvió a repetir: "Todavía no nació el cristiano que haya
de burlarme en esta vida", y largó una carcajada mientras lo miraba
fijamente. Entonces, Perurimá se encogió de hombros, dio media vuelta y, cuando
estaba por marcharse, el Pa´i le dijo: "Epa, epa, mita'i sinvergüenza! Vos
andás muy alejado de las cuestiones de Dios, así que tomá esta bolsa y vení
conmigo, que vamos a hacer caridad en el pueblo vecino".
Perurimá, sin
pensarlo, aceptó, y ambos emprendieron la marcha. Iban caminando lentamente
cuando Perurimá se le ocurrió apresurarse más y más. El Pa'i vio cómo aquella
oveja descarriada se iba alejando hasta perderse en una pendiente del camino.
Una hora después,
el viejo Pa´i, con su elegante sotana negra, llegó chorreando sudor hasta un
frondoso lapacho florecido. Allí lo encontró a Perurimá acostado, dormitando
sobre la bolsa que le había encomendado, Enfurecido, lo trató de haragán y le
preguntó qué estaba haciendo tirado, descansando sobre la bolsa. Perurimá le
señaló con un gesto su sombrero, que estaba en medio del camino. El Pa'i miró y
vio el sombrero, pero no entendió. Entonces, Perurimá le dijo que en realidad
estaba muy cansado por culpa de una perdiz que había perseguido por todo el
campo y por eso estaba descansando.
-Pero lo mejor
de todos que la atrapé y está debajo de mi sombrero, ahí en medio de la ruta- dijo
Perurimá en voz muy bajita.
El Pa´i no podía creer lo que
estaba escuchando y le contestó:
-¡Oh, Perurimá!
¿Viste cómo Diosito ya te tocó un poquito, ya te está dando un premio por acercarte
a mí que soy su representante en este pueblo? ¡Eeaaa, ya tenemos para nuestra
cena!
El Pa´i estaba
muy contento de recuperar una oveja descarriada como Perurimá. Con cara de
felicidad y con los ojos cerrados, metió la mano bajo el sombrero y, de repente,
la expresión de su cara empezó a cambiar. ¡Lo que tocó no tenía plumas! Siguió
y la mano se le hundió en algo húmedo y pastoso. De la alegría pasó a la
sorpresa y luego a la rabia. A medida que iba descubriendo lo que había debajo
del sombrero, el color de su cara iba cambiando.
Al sentir
definitivamente que no era una perdiz, el Pa'i sacó rápidamente la mano. Esta
se le pegó a la nariz, y el Pa'i se dio cuenta de que aquello olía muy mal. Su
mano estaba totalmente forrada con aquella cosa. Y en ese momento, se dio
cuenta de que la perdiz que había atrapado Perurimá era nada más y nada menos
que un enorme ¡vaka rekaka!, una gran bosta de vaca.
Con el cuello
hinchado de la rabia y los ojos enrojecidos de la furia, el Pa'i giró hacia el
sinvergüenza de Perurimá con la intención de mandarlo al mismísimo infierno.
Pero Perurimá ya estaba saltando y corriendo hacia el pueblo para contarle a
todo el mundo que había burlado al Pa'i!
Completamos el cuestionario del Diagnóstico en Google
Forms a través de este enlace:
https://forms.gle/J1siMGLvGsSPxEzu8
Los modificadores del sustantivo
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